martes, 10 de julio de 2012

DESPUÉS DE LA BATALLA/ CARMEN GRANGIER SAEZ


Demasiado brillo expedían las armas
De los guerreros muertos,
Nada de herrumbre en sus yelmos y escudos,
Cómo el tiempo conservó intactos los bríos,
Los gritos de guerra.
Nada había en ese campo de batalla
Que anunciara derrota, muy por el contrario,
Los hilos de oro de los estandartes
Pregonaban victorias.
La sangre nunca empapó
Ese suelo plagado de amapolas,
Pero uno a uno fueron construyendo
Sus propias mortajas,
Antes de darse cuenta con pavor
Que no había conflagración,
Ni contrincantes a quienes considerar enemigos.

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