jueves, 13 de diciembre de 2012

CUANDO MADRID ERA UNA FIESTA/JUAN SOLIS DE OVANDO



(A mi amigo Rafael Hernandez, fallecido recientemente)


Nunca supe contestar por
qué;
salí de España, por
qué;
dejé a Madrid,
tras de mí,
-regresé simplemente volví sobre mis pasos-,
abandonando
mi destino de perro callejero
buscando compañía;

que me enseñaron aquellos  años;
de exilio,
o destierro,
o emigración,
o huida.
(según se mire).

Y sin embargo sigo soñando
que soy peregrino de una historia colectiva;
y que pertenezco a esos recuerdos
en que Madrid olía a sol  por las mañanas.

¡¡Ah la dicha de los que por entonces conocimos la aurora!!

¡¡Privilegio de privilegiados asistir al final del sacrificio!!

Cuando la bestia se arrastraba entre escupos de
sangre 
-y aunque cobró sus últimas víctimas, en una
larga noche de invierno-,
agonizaba entre vómitos y llagas malolientes.


¡¡Como olvidar las correrías en las callejuelas de Madrid!!:

El vino del estío,
Atocha libertada por gritos proletarios;
la Moncloa enrojecida de estudiantes;
las cenas del Toño cuando  nos embriagábamos de sueños 
en la casa de campo
cantando en la noche bulliciosa;

y  las conversaciones de promesas africanas y latinoamericanas
y  asiáticas;
y   el Festival de los Pueblos Ibéricos envuelto en sus canciones;
y   los presos políticos de Carabanchel saliendo entre abrazos, y lágrimas;
y  los puños en alto
recorriendo los caminos;

y  la muchedumbre poderosa en su silencio despidiendo a los abogados de Atocha;
y  los comunistas legales y festivos;
y  la Pasionaria entrando al Parlamento;
y  Alberti junto a ella en la mesa del honor;

y los exiliados volviendo con su persistente acento escondido en su valijas;
y los artistas, intelectuales, y escritores desenterrando recuerdos y cariños, recibidos en la mesa como hermanos;
y  el sexo colándose por las ventanas;
y el miedo escondiendo sus garras y su cola;
y las ganas de vivir, vivir hasta la muerte;
en plazas ardientes de deseo;

y  nuestras canciones recibidas con euforia por españoles contentos y gritones
y  “¡Chile vencerá!” en una selva de manos en las fiestas populares,

y  Gonzalo y Jorge conmigo  rociando diarios por las calles;

y   la Loly,
la Santonja,
-graciosa y solidaria-
 y Belén;
y  la otra Lola -la Martínez-; 
y Lolita ;
y la Lina ;
y el José Muñagorri;
y Leandro;
y
la Charo
-eternamente unamuniana-,
y el Rafa
discutiendo acalorado;
y el Pedro
riéndose en silencio;
y Ginés;
y  Juan Manuel
-tranquilo y ponderado-.

Ahora tengo una casa, acá en Santiago;
Desde allí se ve la Cordillera.
Es una casa iluminada
y  bañada de árboles y pájaros cercanos.

Allí están mis hijas y mi esposa junto a mí, en la puerta
de la entrada.

La mesa está servida.
A punto está el vino,
y  los humeantes platos acompañan,
el banquete que espera por Ustedes.

para brindar por esos tiempos,
por los nuestros,
los eternos,
los de siempre.



Cuando Madrid era una fiesta compañeros.





Juan Solis de Ovando: (19  ). Poeta Chileno. Inedito. De profesion abogado, con dedicacion al       derecho laboral. Residio en Madrid (España) por mas de diez años. Hijo del destacado poeta ya   fallecido, cuyo seudonimo es Santiago Alcala, y quien fue autor entre otros textos del libro          denominado: "Carpeta amarilla".                                                                                                                                       
                                                                                                                                       




No hay comentarios:

Publicar un comentario