El
buque navega con precaución, la neblina está muy espesa y nos invade por todas
partes, la visibilidad es escasa. El Capitán autoriza usar la sirena para
informar a otros navegantes de nuestra presencia en el área y que avanzamos con
precaución en demanda del puerto de Lota. Se ha tomado contacto por radio con
la Gobernación Marítima anunciando la recalada. El puerto nos da la bienvenida
tradicional.
En el puente del navío, el Piloto de guardia,
conversa con el Contramaestre. Fernández, mire el radar, esa punta es Lavapiè,
la cual deberemos dejar por estribor (lado derecho del navío, visto desde popa
hacia proa), para ingresar al Golfo de Arauco. Lo siento Señor, no entiendo
esas imágenes que veo, sólo escucho el oleaje que se levanta con el movimiento
del buque, no estoy acostumbrado a navegar por radar. Contesta el Contramaestre
Fernández.
La neblina se interpone a nuestro rumbo y retrasará
el arribo. El piloto ordena: “Esté atento timonel para gobernar de emergencia”.
La neblina no es muy buena compañía para el navegante, presenta más incógnitas
que ventajas, peligros que seguridad; los tripulantes de las naves deberán
estar preparados para evitar o contrarrestar cualquier sorpresa, que se esconda
o ubique detrás de ese incierto mando. Contramaestre ordene colocar más vigías,
dispuso el Piloto, ésta es una zona donde podemos encontrar muchos
pescadores-esos que no indican su posición´-, son los más peligrosos.
Recomiende estar atentos a cualquier ruido o grito que escuche viniendo desde
el mar. Ayudante informe a la Sala de Máquinas que navegamos con neblina
próximos a la costa, deben estar preparados para efectuar rápidamente cualquier
cambio de velocidad del buque que se ordene desde el Puente.
El Capitán de la nave piensa mientras contempla el
desarrollo de la navegación: “Cómo me gustaría eliminar la incertidumbre,
traspasar de una sola vez esta neblina y llegar rápidamente a la tranquilidad
del puerto, con mi tripulación y carga intacta”. Es menester esperar que la
situación mejore y no correr riesgos innecesarios. El que debe sufrir es el
Capitán y todos a bordo dependen de que sus decisiones sean acertadas, como
generalmente lo son.
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